“Un cristiano que no sabe dar gracias ha olvidado el lenguaje de Dios”. Papa Francisco
El mes de mayo ha llegado a su fin y nosotros damos gracias a Dios por todas las bendiciones que hemos recibido. Resaltamos con particular gratitud el compromiso de los integrantes del área de pastoral y del grado once prom 2022.
ABECEDARIO PARA ALCANZAR LA SANTIDAD
Con cada persona que nace en el mundo, Dios se ilusiona y se imagina un santo; después todos le fallan… Bueno, todos menos tú… Amiga/o, no te conformes con cumplir el expediente, con el aprobado raspado, con “cumplir” y a otra cosa… Aspira al excelente, a la felicidad auténtica, al Amor con mayúsculas… Amiga/o, este abecedario está pensado para ti… ¡Adelante!
Ama y dejaras un huella imborrable en el mundo que te ha correspondido vivir… En esta letra, en este verbo se resume todo el abecedario.
Busca a Dios constantemente. En cada momento, en cada ocasión y, sobre todo, en cada hermano necesitado. Los pequeños, los débiles son autopista directa y sin peaje hacia la santidad.
Convierte en presencia de Dios todo lo que toques.
Derrocha generosidad. Al Señor no le vence nadie en generosidad. Y en el diccionario de los santos la generosidad es sinónimo de felicidad.
Escucha más a menudo al niño que llevas dentro… Para él, llegar a ser santo “es un proyecto de vida”.
Fíate de Dios, de tus amigos, de tu familia, de tu gente…
Goza de la noche estrellada, y el mañana, sencillamente, déjalo en manos de Dios.
Habla con tu corazón, con tu vida, con tus buenas acciones. Recuerda que cuando hablan los hechos, sobran las palabras.
Inténtalo una, dos, tres…, cien veces, pues lo imposible (la santidad) suele ser casi siempre lo que no se intenta.
Júntate a los pobres, a los necesitados, a los que nadie quiere, pues si sólo amas a los que te aman, si sólo vas de copas o de paseo exclusivamente con tu gente… ¡jamás llegarás a ser santo!
Levántate. Santo no es el que nunca cayó, sino el que siempre se levantó.
Métete “en el bolsillo” y en el corazón a Dios. Es fácil: tan sólo demuéstrale todos los días lo mucho que le quieres.
Numera las bendiciones, las gracias, los regalos que Dios te concede cada día… ¡Perderás la cuenta!
Ora. La oración es la fuerza de los débiles, el arma secreta de los santos.
Pasa inadvertido haciendo el bien. Evita el aplauso, la medallita y la palmadita en el hombro. Todo lo bueno, lo hermoso y lo santo de esta vida comparten la misma denominación de origen: la sencillez, la humildad.
Reconoce tu error, tu pecado. Es la herramienta preferida de los santos.
Sonríe. La vida es demasiado corta para ponerle caras largas. La risa es el disolvente universal de todas las preocupaciones y la distancia más corta entre Dios y el hombre.
Trabaja. La suerte de los santos es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. El trabajo es una gran cosa: redime y hasta santifica.
Utiliza los obstáculos que te encuentres para convertirlos en trampolines, los problemas en oportunidades, las preocupaciones en ocupaciones.
Vive. Ten el valor de vivir. Morir, eso lo sabe hacer cualquiera.
Zambúllete en el corazón de Dios y recibe cada día una transfusión de amor, de paz, de felicidad…, de santidad.